Nov 10 2010

Un microcuento sin final

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Hace tres años que la fanática del futbolista más popular en el país empezó a seguir todos los pasos al atleta que nunca sospechaba nada. Se llamaba Marisol y había asistido a todos de sus partidos importantes, memorizado cada detalle en su biografía oficial y construido un santuario pequeño en su armario dedicado a él. Un día, Marisol decidió que convencería al futbolista para que dejara a su esposa y entonces se casara con ella. Entró en su casa una noche sin pedir permiso y de repente…

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3 Responses to “Un microcuento sin final”

  1.   Grace Changon 14 Nov 2010 at 4:03 am

    El futbolista salió del baño sin una camiseta. Ella no sabía lo que debía hacer y gritó. El grito fue tan fuerte que el futbolista corrió fuera de la casa. Sin ningún idea de qué haría porque todas sus cosas y su mujer estaban en la casa. Por eso, decidió regresar a la casa con una cámara llena de imágenes de sus músculos para Marisol. Cuando regresó, se dio cuenta que todo en su casa ha desaparecido y que su mujer tenía miedo mientras estaba sentando en la cama. Unas segundas después, ella se desmayó y entró en coma. A consecuencia, el futbolista se jubiló y se convirtió a un psicólogo para ayudar a chicas como Marisol.

  2.   Rachel Schlossmanon 14 Nov 2010 at 1:55 am

    descubrió que el futbolista tenía un perro gigante. Nunca había leído de este detalle en ningún periódico o revista. Sin la habilidad de escaparse el perro mordió la pierna y ella se cayó. Mientras ella estaba en el piso, el futbolista entro en la pieza, confundido y tomándose de las manos de su esposa.

  3.   tdb2on 12 Nov 2010 at 9:24 pm

    …Oyó unos perros ladrando y gruñendo ruidosamente. Marisol tenía miedo de que fueran feroces perros guardianes pero sólo fueron perros medianos separados del zaguán por una barrera para mascotas. Ella permitió que la olieran por la barrera y dejaron de ladrar. Marisol oía mucho sonido de una tele viniendo de la sala. Rezó que la familia no hubiera oído los ladrillos de perros.

    Ella reanudó caminando por el zaguán y vio un espejo en la pared que le permitía ver la familia por detrás. Miró a los dos chicos jugando en el sofá entre el futbolista y su esposa. Vio como él estaba tomando las manos de su esposa y de repente Marisol tenía sentimientos de culpabilidad por aún pensar en separando esta familia. Cómo interesadamente había actuado en no pensar que el futbolista pudiera estar contento con su familia y que la familia lo quería mucho.

    Por eso, Marisol se dio vuelta y regresó por el zaguán. Salió de la casa bonita y volvió a su propia casa.

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